miércoles, 12 de marzo de 2008

En el campo de batalla

- Lo tenemos que sacar... de cualquier manera.
Alejandro lo había visto, y le aseguró a su hermano menor que debían atacar. Éste respondió:
- Nunca tuve ni voy a tener el valor de enfrentarlo.
Luego del diálogo, sólo hubieron miradas y gestos de asentimiento del menor, aceptando su deber como hombre: atacar.
La escoba hacía las veces de lanza, mientras que el papel de cocina mojado y hecho "bolita" funcionaba como granada. El miedo crecía, al igual que el enemigo. El primer intento fue frustado por la habilidad del oponente, por lo que decidieron cambiar de armas.
El viento de la noche de verano entraba por las ventanas, los violines y el bajo de Gotan Proyect hacían que la tensión creciera. Alejandro seguía con la lanza, pero su hermano optó por un producto mortal, capaz de matar al instante: el "Raid".
Al igual que Aquiles y sus mirmidones pisaron las playas de Troya, los hermanos ingresaron al campo de batalla a los gritos, el mayor acechaba al enemigo y su hermano gatillaba e intoxicaba.
Después de 20 minutos el murciélago huyó del cuarto.
Como si nada, se retiraron, el mayor descorchó el vino, se miraron y rieron.


3 comentarios:

pollo dijo...

jaja excelente, una vuelta tuve también la visita indeseada de un murciélago en casa, las escobas fueron lanzas y lo acorralamos hasta la puerta. 1 a 0 los locales.

Juan Marra dijo...

Imagino a estos dos mirmidones atacando... ja, ja.
Cómo se nota que el mayor es el mayor, en cuanto a los privilegios de los que goza.
Genial, Sospechoso.

garota dijo...

jajaja buenísimo... una vez me pasó algo parecido con un ratón: lo vi en el cuarto, cerré todas las puertas, moví los muebles para despejar el campo de batalla, y cuando el ratón iba corriendo pegado a una pared, le clavé el palo de escoba en la nuca y le saltaron los ojos... no quiero ser sádico pero estuvo tremendo